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La historia del envasado se remonta más de dos siglos atrás, cuando se descubrió que calentando los alimentos hasta altas temperaturas y metiéndolos posteriormente en botes con un cierre hermético que los aislaba del exterior, el contenido aguantaba en perfectas condiciones durante varios meses, incluso años. El envasado fue evolucionando y se pasó de los botes de cristal a los de acero forjado, todavía caros y lentos de producir. La gran demanda de comida enlatada durante la I Guerra Mundial mejoró tanto los procesos para envasar como el tipo de envase, apareciendo los botes de acero laminado que han llegado hasta nuestros días.

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El envasado al vacío moderno

Actualmente, la tecnología hace posible otras maneras de conservar los alimentos sin necesidad de latas metálicas para mantener los alimentos en perfecto estado. Uno de los sistemas más extendidos es el envasado al vacío, que consiste en extraer el aire del interior del envoltorio donde se guarda el alimento utilizando una bomba de vacío. De esta manera no se alteran ninguna de las propiedades de los alimentos, ni las nutricionales ni las organolépticas (olor, sabor y color) al estar libre del oxígeno que pone en marcha la acción de bacterias y hongos que producen la caducidad del alimento.

No hay que confundir el envasado al vacío con los envasados en barquetas de supermercado envueltas en papel film de donde no se extrae el aire interior de ninguna manera. Esa forma de aislar el alimento es simplemente para protegerlo del exterior y no de las bacterias aeróbicas que son las que estropean los productos con el paso de los días.

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Con las técnicas vanguardistas de vacío y la posterior refrigeración rápida, los productos de máxima calidad como nuestro Chivo de Canillas, envasado tras ser asado en horno de leña hasta un punto óptimo, mantienen todas sus propiedades, olores y texturas de un chivo lechal recién cocinado. Esta forma de conservar el producto una vez elaborado combina la cocina tradicional con los últimos avances en la conservación de alimentos precocinados, lo que hace que estos lleguen a la mesa como cocinados en el momento, tanto por su sabor inalterado como sus valores nutricionales, con tan sólo calentar durante unos minutos en el horno de casa.

Nuestro Chivo de Canillas asado al horno se conserva en perfectas condiciones durante 90 días conservado en refrigeración. Durante estos tres meses el producto se puede consumir en cualquier momento. Para disfrutar de uno de los mejores asados al horno de leña lo único que hay que hacer es abrir la bolsa de vacío, colocar en un plato para horno y calentarlo durante unos minutos al horno o al microondas, y a saborear un excelente chivo lechal malagueño sobre su mesa.